miércoles, 23 de septiembre de 2009

DANZA DE AMOR


Danzaron los astros en la noche viva
Inmaculadas manos acarician la luna
Los labios que tantas veces besaron su sombra
Lo nombran cada vez al llegar la  aurora.

El manzano se niega a entregar su fruto,
Para no despertar aquel, su deseo dormido,
Que yace enceguecido, pero latente en sus entrañas,
De aquel, su cuerpo  ardiente y adormecido.

Solitario se enmudece el jolgorio de su alma,
De aquella realidad desnuda y anhelada,
Que yace ahí, varada en las redes del olvido,
En espera de silencio imaginando su llegada.

Cuantas veces  aventuró  su vida sin tenerle,
Y entre  sollozos le recordó al viento, su nombre,
Quien seco sus lágrimas perdidas en el ocaso,
Dejándolas cautivas en los pliegues del regazo.

Tenedle compasión, aunque sea un segundo,
Ilumina su vida mientras llega la mañana,
Que no sea la luna que acaricien las manos,
Sino aquel su cuerpo, esperado con los años.

El amor llega cuando menos se imagina,
Tocará la puerta de su apasionado corazón.
Le embriagara con el aroma de su cuerpo,
Envolviéndola en torbellinos de pasión.

Danzaron los astros en la noche viva,
No es la luna lo que hoy acarician sus manos,
Es su cuerpo el que la envuelve cada día,
Dejando en el pasado la espera y la triste agonía.